Plantas nativas no comerciales

La cuarentena puede ser un buen momento para meditar sobre algunas “malezas” que aparecen en el jardín y que podrían ser aprovechadas para su diseño. Por María Teresa Roccati*

Es importante el cultivo de la flora nativa en los espacios verdes, porque, con el tiempo, invita a que se instale la fauna asociada, que tendrá un rol significativo en devolver el equilibrio al ambiente.

Cuando el hombre se empeña en arrasar con los bosques nativos, provoca un gran desequilibrio en ese sistema, porque las selvas y los bosques funcionan como barreras que evitan el contacto humano con la fauna silvestre. Comprender este tipo de acciones hace innecesario narrar la historia para justificar algunos hechos como consecuencia del cambio climático y que la humanidad se desligue de su responsabilidad.

En la flora nativa, encontramos algunos individuos con un gran valor ornamental que pueden ser incluidos en el diseño de espacios públicos o privados, pero no deberíamos descartar otros que, si bien no lo poseen en tal medida, deberían tenerse en cuenta a la hora de construir un espacio, ya sea en escalas grandes o pequeñas, por su valor funcional.

Algunas especies consideradas “malezas”, o, dicho de una manera más amigable, “especies espontáneas del lugar”, pueden aportar  belleza y, además, contribuir al equilibrio atrayendo polinizadores. De modo que sugiero que, si ya están en el lugar, no se las excluya.

Detenernos en el concepto de “belleza” o de “plantas con potencial ornamental” nos invita a reflexionar respecto de cuán  subjetiva es esta noción.

Al momento de la elección, deberemos tener en cuenta también que algunas plantas pueden ser invasoras y apoderarse en poco tiempo de un cantero o una maceta.

Una plaza urbana, tanto como un jardín, terraza, patio o balcón, puede transformarse en un sitio que aloje aves, mariposas y diferentes insectos benéficos, que colaborarán en el combate de los que no lo son tanto, e instalarán la armonía en el lugar.

Asimismo, es necesario comprender, que para lograrlo, no utilizaremos agroquímicos en el mantenimiento de estos sitios.

Ahora ofreceremos algunas sugerencias de “especies espontáneas” para la hora de decidir instalarlas y no desecharlas:

Dicliptera  squarrosa (canario rojo): Hierba perenne, con tallos erectos, decorativa por su abundante floración roja en primavera- verano. Suele ubicarse en lugares de semisombra y desaparece con el frío, para rebrotar luego. En la estación cálida, puede realizarse una poda suave a fin de estimular una nueva floración.

Talinum paniculatum (carne gorda): Hierba perenne, pero de corta duración, con tallos y hojas carnosas, flores muy pequeñas en inflorescencias apicales, rojizas o rosadas en primavera. Desaparece con el frío, pero es ideal en macetas para acompañar como cubresuelos a pequeños arbustos, ya que protege el sustrato de las inclemencias del sol.

Commelina erecta (Santa Lucía): Hierba perenne rastrera y ascendente. Tiene hojas carnosas y flores con dos pétalos azules y uno blanco, cubiertos por una bráctea verde en forma de barquillo, en primavera. Es rústica y se utiliza para cubrir suelos en media sombra, donde no se transita.

Oxalis articulata (macahín o vinagrillo): Hierba perenne, con rizomas tuberosos gruesos y bulbos globosos arrosariados. Hojas trifolioladas, verde claro; tiene flores pequeñas rosado-violáceas con largos pedúnculos. Brota en otoño, vegeta en invierno y florece en primavera. Es muy invasora en los céspedes, en los que forma un manto de color rosado. También se observa en las huertas y canteros de los jardines.   

Solidago chilensis (vara de oro): Hierba perenne, alta, con tallos erguidos cubiertos de hojas lineales; las inflorescencias alargadas y curvadas están formadas por numerosos capítulos amarillos de larga duración, que atraen insectos. Es muy invasora, se desarrolla en suelos perturbados. A pleno sol, puede formar matas densas decorativas.

Nassella neesiana (flechilla): Hierba perenne gramínea, cespitosa. Luce láminas angostas, verde medio, con inflorescencias en panojas laxas plurifloras; los antecios están protegidos por glumas violáceas y aristas largas y punzantes como flechillas. La brotación es en otoño, vegeta en invierno y florece en primavera y verano, en forma abundante. Muy común en los jardines y en distintos tipos de suelos. 

* Téc. María Teresa Roccati. Docente de la Cátedra de Jardinería de la Tecnicatura en Jardinería. Facultad de Agronomía de la UBA.