Qué es el humus y en qué se diferencia con el humus de lombriz. Sus ventajas. Además, cómo hacerlo, qué materiales se recomienda poner o evitar para su elaboración. Por Guillermo Cardoso*
El humus es una sustancia creada a partir de la descomposición de la materia orgánica constituida principalmente por restos de vegetales, animales e insectos presentes en la capa superficial de un suelo.
Dichas sustancias son degradadas gracias a la actividad de hongos y bacterias, que reducen los compuestos a formas más simples y asimilables por las plantas. Como resultado de esta degradación, hay una gran cantidad de coloides que ayudan a retener los nutrientes y evitar que estos migren a capas más profundas. Esto favorece el crecimiento vigoroso de las plantas, haciéndolas menos susceptibles a las enfermedades.
Específicamente, el humus consiste, aproximadamente, en 60 % de carbono, 6 % de nitrógeno y pequeñas cantidades de fósforo y azufre.
El nitrógeno es el principal responsable del crecimiento vegetativo y, además, un componente básico de la proteína vegetal.
Algunas de las ventajas del uso del humus:
- Mantiene el suelo más poroso, optimizando la aireación, infiltración y drenaje.
- Mejora la estructura del suelo y, gracias a la capacidad para retener nutrientes, las plantas crecen más fácilmente.
- Previene la erosión al mantener unidas las partículas del suelo.
- La condición buffer del humus permite moderar o amortiguar el exceso de ácido o condiciones alcalinas del suelo.
- Posee el equivalente de 80 a 90 % de su peso en humedad, y puede aumentar la capacidad del suelo para soportar condiciones de sequía.
- Sirve de sustrato para el crecimiento de las micorrizas, factor importante que ayuda a unir partículas de suelo, favoreciendo su estructura.
- Reduce la necesidad de riego y ayuda a que las plantas sean más resistentes a las enfermedades.
Humus de lombriz
Es un fertilizante orgánico y ecológico, resultado de la transformación de residuos por parte de las lombrices rojas californianas (Esenia fétida). Básicamente, consiste en la transformación de residuos vegetales en un abono ecológico. Para su elaboración, se usa esta lombriz, por su enorme voracidad a la hora de alimentarse, y también, por su alto índice de reproducción.
Se lo considera un poderoso fertilizante, porque contiene los nutrientes necesarios listos para ser asimilados por las plantas ya que, gracias al trabajo de las lombrices, se han llevado a cabo todas las transformaciones químicas y microbiológicas necesarias.
No es recomendable el uso directo como sustrato, dado a que es muy fuerte y puede quemar las plantas; se aconseja como enmienda o mezcla con el suelo.
Para dar inicio al mismo, se parte de un compostado en tacho o pozo en donde se incorporan los residuos orgánicos (preferentemente restos vegetales). Estos deben ser mezclados y humedecidos durante el transcurso de quince días.
En este tiempo, la pila fermentará elevando la temperatura como parte del proceso. Una vez que la pila se enfríe, colocaremos las lombrices rojas californianas y luego taparemos con pasto seco.
Las lombrices agilizan el proceso de descomposición de los restos orgánicos; y el producto de su digestión es lo que conocemos como lombricompuesto. Para cosechar el abono, dejaremos de alimentar a las lombrices; paralelamente, iremos preparando otra pila de alimento fresco y humedad adecuada lo más cerca posible.
Al cabo de unos días, las lombrices se mudarán en busca de comida a la nueva pila, y la primera quedará en condiciones de ser usada.
Para evitar el mal olor, se recomienda retirar los jugos producidos usando un contenedor con drenaje, agregar papel y hojas secas, y revolver.
Importante. Usar: cáscaras de todo tipo y, en especial, las de huevo, para bajar la acidez del humus. Hojas, yuyos y ramitas. No utilizar: cebollas y ajos, proteínas de origen animal (por el mal olor), aceites, materia no orgánica, papeles plastificados.
* Ing. Agr. Guillermo Cardoso (INTA, Universidad de Morón).