Octubre 2017

ISSN 2346-9323

ECONOMÍA & VIVEROS | Auspicio de la TECNICATURA UNIVERSITARIA EN JARDINERÍA - UBA

Árboles históricos y notables de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Parámetros determinantes para que un ejemplar integre estas categorías. Además, algunas historias sobre plantas reconocidas en este rango. Por Marcela Palermo Arce

El arbolado de la Ciudad de Buenos Aires es un componente de alta presencia y cohesión del paisaje urbano que, en su dimensión patrimonial, reúne elementos naturales y culturales, tangibles e intangibles, conformando un universo dinámico y de configuración única e irrepetible.

En la actualidad, el bosque urbano porteño constituye un heterogéneo conjunto compuesto por diferentes generaciones de árboles en el que casi no han quedado rastros de la escasa flora nativa precolonial y, en el cual, solo subsiste una limitada cantidad de ejemplares del período previo al que la ciudad se convirtiera en metrópolis.

Por tal motivo, existen diferentes razones que justifican la diferenciación de algunos ejemplares o agrupaciones como bienes patrimoniales específicos, puesto que de ellos se desprenden valores históricos, estéticos, evocadores, que son esenciales en la formación identitaria de nuestra sociedad.

La catalogación de los árboles históricos fue iniciada formalmente por el historiador Enrique Udaondo, y plasmada en su libro Árboles históricos de la República Argentina (1913), en el que mencionaba treinta y dos árboles, en todo el territorio, relacionados con algún suceso histórico. Udaondo fue, además, promotor de la protección legal del patrimonio involucrando a la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos. Si bien la Ley Nº 12.665 (sancionada en 1940) determinó los bienes a ser protegidos, no mencionaba, expresamente, a los árboles históricos, razón por la cual, los ejemplares vinculados a hechos o personalidades con relevancia histórica fueron resguardados por diferentes decretos o leyes a solicitud de distintas entidades o vecinos interesados.

Para la protección de estos ejemplares, Udaondo propuso visibilizar los árboles patrimoniales colocando placas conmemorativas, cultivando retoños, publicando postales de los árboles catalogados, fomentando acciones educativas al pie de los árboles y promoviendo la celebración del Día del Árbol (propuesta por  E. Zeballos, en 1900).

El primer ejemplar protegido, en 1943, fue el Aguaribay del Perito Moreno, y a este le sucedieron otros, como el Pino de San Lorenzo, el Ombú de Caseros,  la Magnolia de Avellaneda, el Pacará de Segurola, el Algarrobo de Pueyrredón, el Nogal de Saldán, el Sauce del Plumerillo y el Olivo de Arauco, todos amparados por distintos decretos del Poder Ejecutivo Nacional, en 1946. Desde 1958 a 2001, se protegieron por decreto solo cuatro árboles: el Eucaliptus de la quinta Lanusse, el Ombú del Museo José Hernández, el Algarrobo de Ischilín y el Sarandí blanco de Candelaria.

En la ciudad de Buenos Aires, el primer catálogo de árboles históricos se publicó en 1962 y, en 1965, se estableció, como marco de protección legal, la Ordenanza Nº 20.745, que crea el Registro de Árboles Históricos y Notables. La vigente Ley Nº 3263, de arbolado urbano, en su Capítulo IV, mantiene lo establecido con anterioridad y agrega: la obligación del manejo diferenciado, la incorporación de nuevos ejemplares al Registro y la confección de un Plan de Gestión, Protección y Conservación del Arbolado Histórico y Notable de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que se encuentra publicado en el Plan Maestro de Arbolado.

Los parámetros actualizados consideran, en términos generales, Árboles Históricos y Notables a todos aquellos que por sus características botánicas de monumentalidad, circunstancias extraordinarias de edad, porte u otros tipos de acontecimientos históricos, culturales, científicos, o ambientales ligados a ellos y a su legado, los haga merecedores de protección y conservación (texto  propuesto para el Proyecto de Ley de Árboles Históricos y Notables, 2014). Sobre estos conceptos se ha organizado un inventario categorizado que recopila datos como el marco legal de protección, información histórica, clasificación botánica, estado actual de los ejemplares y propuesta de nuevos ejemplares a incorporar.

Algunas historias sobre los árboles históricos y notables de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Los primeros ejemplares singulares fueron identificados a través de documentos históricos o su simbología fue consignada por tradición oral. Como ejemplar inaugural, puede considerarse el Árbol del ballestero Bartolomé García, mencionado por este en una carta de 1556, en la que contaba las penurias de los días trágicos de la primera fundación de Buenos Aires y cómo, desde el árbol, se escondía para cazar y guarecerse de los ataques de los aborígenes.

Otros ejemplares singulares de la época virreinal fueron el Algarrobo de los Cabildantes, que servía como lugar de reunión previo a la edificación del Cabildo (1608), los ejemplares del  Paseo de la Alameda, arboleda de sauces, álamos y ombúes del primer parque público en el siglo XVIII, y el Olivo de Francisco Altolaguirre, ejemplar testigo de la introducción de la especie al Río de la Plata, que fue extraído, en 1910, para la construcción de un garaje. De este período sobreviven las dos magníficas Magnolias del Protomedicato, posiblemente plantadas por la Orden Bethlemita a fines del siglo XVIII.

Durante todo el siglo XIX, sorteando conflictos políticos y económicos, se continuó con la introducción y el cultivo de especies exóticas; se iniciaron las primeras plantaciones de arbolado viario y prosiguió el proceso de metropolización de la ciudad: se proyectaron y ejecutaron los grandes parques urbanos y el arbolado de alineación de la ciudad.

Sobrevivientes de las primeras décadas del siglo XIX, podemos mencionar los Gomeros de la Recoleta, cultivados alrededor de 1816 por Martín Altolaguirre en la que fue su finca privada. Si bien hoy es reemplazado por un retoño, otro representante de la época fue el Pacará de Segurola, que sobrevivió hasta 1990 gracias a la memoria de los vecinos de Parque Chacabuco, en agradecimiento a la loable tarea que desempeñaba el Deán Saturnino Segurola, iniciador de la vacunación antivariólica gratuita en 1810.

De finales del siglo XIX, perdura el ejemplar original de la Magnolia de Avellaneda, plantada en ocasión de la inauguración del Parque Tres de Febrero (1875) y el Seibo de Alvear, plantado por el primer intendente en la inauguración de Plaza Lavalle (1878).  Corresponde también al desarrollo del Parque Tres de Febrero la Avenida de las Palmeras, una doble alineación que Sarmiento hizo plantar con palmeras en tamaño ejemplar traídas desde el Delta y que, pese a la  poca aceptación de sus contemporáneos (que la llamaban la "avenida de las escobas") y a las pérdidas masivas de sus ejemplares, sobrevive, aunque deslucida, en la vereda de Plaza Sicilia.

El proyecto de Charles Thays (director de Parques y Paseos entre 1891-1914) incorporó a la ciudad una interesante variedad de especies nativas con floraciones ornamentales como Tipuana tipu (tipa), Jacaranda mimosifolia (jacarandá), Ceiba chodatii y Ceiba speciosa (palo borracho), Erythrina crista galli (ceibo), que hoy en día constituyen alineaciones notables en algunos tramos de las avenidas Melián, Del Libertador o Figueroa Alcorta, y en algunos parques, como Lezama y Centenario, entre otros.

La visión de Charles Thays y de sus sucesores, Benito Carrasco y Carlos León Thays, permitió la preservación de muchos árboles históricos y notables que fueron integrados a los nuevos parques o a las puestas en valor de los espacios verdes: las Palmeras de Plaza de Mayo fueron reubicadas durante la remodelación de Charles Thays y se preservaron, entre otros, el retoño del Árbol del Perdón en plaza Sicilia, el Ombú de la quinta Lezama (hoy Ombú de los Coleccionistas de parque Rivadavia). 

Corresponden a este período la plantación de retoños conmemorativos, como el Árbol de Guernica (1919) y la reposición de la Palmera de Avellaneda, que fue trasplantada, en 1924, de la casa particular del Presidente a los jardines de Recoleta, luego retirada para la apertura de la avenida Alvear y, finalmente, repuesta por un ejemplar de Phoenix canariensis ubicado en Plaza San Martín de Tours. Otros retoños notables plantados a mediados del siglo XX son el Pino de San Lorenzo, el Algarrobo de Pueyrredón y dos ejemplares del Árbol de Artigas.

El proceso de investigación ha develado la pérdida de ejemplares significativos, como el Árbol de la Negra Paulina o el Árbol de Felipe Vallese, y el hallazgo de otros que no fueron incorporados anteriormente, como el Ombú de las puertas del infierno, protagonista de la obra Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal, o el Gomero del Payador Gabino Ezeiza, de Parque Patricios.

Los nuevos ejemplares notables incorporados al inventario corresponden a las distintas categorías organizadas según las siguientes características: 

- Árboles y arboledas notables por su relación con hechos o personalidades destacadas: ejemplares que actúan como recordatorios de acontecimientos significativos para la comunidad: el Olivo del Papa Francisco, los Ligustros de la Amia o el Árbol de Norma Plá. 

-Árboles y arboledas notables por el valor etnobotánico o científico: ejemplares excepcionales por ser individuos únicos en su especie; especies en peligro de extinción; especies de cultivo extraordinario para las condiciones ambientales de la ciudad; especies que presenten peculiaridades o alteraciones de interés académico: la Esterculia de Plaza Lavalle, el Quebracho colorado de Plaza Holanda, el Seibo de Barrio Parque, entre otros.

- Árboles y arboledas notables por sus características ornamentales excepcionales: individuos y agrupaciones cuyas características ornamentales son de alto valor en el contexto urbano y para la  imagen del sitio. Pueden considerarse parámetros a tener en cuenta para catalogar un ejemplar o arboleda notable su silueta y arquitectura, una altura excepcional para la especie o el aporte paisajístico en el caso de las agrupaciones o alineaciones: los Palos Borracho de Plaza San Martín, los Olmos de Parque Avellaneda, las Casuarinas de Plaza Arenales, entre otros.

-Árboles y arboledas notables por su monumentalidad: ejemplares que alcanzan grandes dimensiones y formas inhabituales expresadas en tamaño de fuste, ramaje, copa y raíces, o ejemplares añosos: Gomeros de Plaza San Martín de Tours, Damara de Plaza Lavalle, entre otros.

El siglo XXI nos exige, para la preservación de estos añosos ejemplares, su mantenimiento individualizado, la promoción de un marco legal específico, la organización de un archivo documental que acredite la valoración patrimonial de los ejemplares y la inclusión de nuevos ejemplares al Registro.

Bibliografía

De Masi, O. A. 2012: "Arboles Históricos Nacionales. Las declaratorias de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, sus antecedentes".
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. 2013. "Plan Maestro para el Arbolado Público Lineal”, capítulo 8, "Programa de Protección, Gestión y Conservación de Árboles Históricos, Notables y Singulares”.
Palermo Arce. M. 2010."Programa de Protección, Gestión y Conservación de Árboles Históricos, Notables y Singulares para la CABA", XIV. Congresso Brasileiro de Arborização Urbana. Bento Gonçalves, Rio Grande do Sul, Brasil, ISSN 2179 – 7684.
Palermo Arce, M. & Bertucelli, C. 2014. "Árboles Históricos y Notables: patrimonio histórico, cultural y paisajístico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires", 51º Congreso Mundial IFLA. Buenos Aires, Argentina.
Udaondo, E. 1935. "Árboles históricos de la República Argentina". Ediciones Rosso.

* Téc. en Jardinería Marcela Palermo Arce, ayudante de primera semiexclusiva de la Tecnicatura Universitaria en Jardinería de la UBA. Director: Ing. Agr. Héctor Svartz.


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