¿En el futuro, viviremos en ciudades más verdes?
¿Tendremos ciudades que proporcionen una mejor calidad de vida?
Si la respuesta es afirmativa, deberemos repensar el papel del verde urbano. Éste no puede ser visto exclusivamente a través de la óptica de su función ornamental. Un concepto cada vez más actual es el de “confort urbano”, que incorpora a la visión que tenemos hoy de conglomerados urbanos, nuevas variables, con el objetivo de valorizar el espacio publico, mejorar la relación de la ciudad con los que en ella viven, para que podamos construir una urbe más habitable.
Ha llegado el momento de iniciar una negociación entre el poder público y la sociedad, de elaborar un “Contrato Verde”, que defina las reglas y los conceptos que marcaron este diálogo entre el desarrollo urbano, el respeto al verde y a la calidad de vida. Un compromiso firmado entre los emprendedores, agentes inmobiliarios, las empresas constructoras, los agentes inmobiliarios y los administradores públicos. Un pacto que esté estructurado a partir de una visión de una ciudad sostenible, que respete el verde y se oriente hacia un urbanismo y hábitat con calidad de vida.
El alto costo del modelo de desarrollo a cualquier precio es demasiado elevado para ser absorbido por la sociedad. E implica, además, una pérdida de valor para la ciudad que acaba siendo socializada entre todos.
Los espacios verdes son importantes elementos restauradores del bienestar social. La relación de las personas que viven en ciudades que crecen desordenadamente y han descuidado la planificación urbana, cambia en relación con el verde, su preservación y su importancia para la ciudad.
Recientes movimientos en defensa del verde, que se han llevado a cabo en contra del corte de árboles y por la obtención de más áreas verdes, no son hechos aislados. Representan un cambio de actitud de una sociedad que desea vivir en ciudades mejores y más humanas.
De la calidad y de la cantidad de espacios verdes que una ciudad ofrezca dependerá, en el futuro, su atractivo, su calidad ambiental, la condición de vida de sus habitantes y, principalmente: su felicidad.
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