Además, ¿por qué el nitrógeno, el fósforo y el potasio son claves para el correcto desarrollo de las plantas? Un detallado informe para saber cuál es el problema que estamos observando. Por Guillermo Cardoso*
El crecimiento de las plantas depende de la disponibilidad de nutrientes en el suelo o sustrato. Los mismos serán transformados en materia vegetal y energía.
Según el grado de requerimiento, los nutrientes se dividen en macronutrientes: son los que se necesitan en mayor proporción (nitrógeno, fósforo, potasio, azufre, calcio y magnesio), y micronutrientes: son necesarios en pequeñas cantidades (boro, cobre, hierro, zinc, manganeso y molibdeno).
Nitrógeno, fósforo y potasio son los nutrientes más requeridos por la mayoría de las plantas, y su disponibilidad dependerá del tipo de suelo o sustrato. El uso de fertilizantes permitirá suplir la deficiencia.
Nitrógeno
Juega un rol fundamental en el crecimiento de las plantas. Les da a estas el color verde característico, que es parte constitutiva de la clorofila. Se relaciona con el área o superficie verde de la planta.
Las plantas presentan un lento crecimiento, retrasando su ciclo normal de vida.
Las hojas se ven poco desarrolladas y muestran una coloración amarillenta; las hojas viejas suelen desprenderse tempranamente debido a la migración del nutriente hacia las hojas más jóvenes.
Las raíces presentan un crecimiento en longitud exagerado, en relación con un tallo debilitado.
Los excesos de este elemento también son perjudiciales; uno de los síntomas más comunes (según el tipo de la planta) se manifiesta en una coloración verde oscura poco normal.
Los tallos se tornan quebradizos y suculentos, de poca resistencia a las heladas invernales.
Se observa, también, un retraso en la floración y en la formación de frutos, los que suelen presentar bajo contenido de azúcares.
El exceso de nitrógeno inhibe la absorción de otros nutrientes tales como el boro y el cobre.
Fósforo (P)
Es un elemento altamente requerido para la formación de tejidos y la síntesis de proteínas. Facilita la formación rápida y el crecimiento de las raíces. Estimula la formación de semillas. Da vigor a los cultivos para defenderse del rigor del invierno. Es el regulador principal de todos los ciclos vitales de las plantas (floración y maduración de frutos).
Las plantas carentes de este elemento presentan escaso crecimiento. Se pueden observar hojas poco desarrolladas, retraso en la floración y frutos pequeños que se desprenden fácilmente.
Al ser un elemento móvil, las hojas más viejas son las primeras en evidenciar su carencia.
Dependiendo de la planta, algunas hojas suelen presentar una coloración violácea o verde oscura, con puntas muertas.
Se observa, también, un alto crecimiento en la parte superior de las raíces.
Es poco común, ya que la mayoría de los suelos son carentes de este elemento.
Potasio (K)
Principalmente, participa en la apertura y el cierre de los estomas de las hojas, siendo un regulador de la tasa fotosintética de la planta.
Su carencia es notable, ya que las plantas suelen presentar un tamaño notoriamente reducido (enanismo) con un pobre desarrollo radicular que las hace muy susceptibles a las enfermedades.
Los tallos son débiles y quebradizos. En deficiencias severas, los brotes se secan.
Al ser otro de los elementos que migra dentro de la planta, la mayoría de los síntomas aparecen primero en las hojas viejas: exhiben sus bordes quemados y las puntas amarillentas.
La floración es escasa; y los frutos y semillas suelen ser pequeños y arrugados.
El exceso de potasio no es común, ya que se requerirían grandes cantidades para producir toxicidad en la planta. Sin embargo, considerables cantidades de este elemento pueden provocar la carencia de magnesio y calcio, debido a un antagonismo o competencia entre ellos.
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Ing. Agr. Guillermo Cardoso (INTA, Universidad de Morón).