Consejos para quienes compran estas plantas. Posibles razones del porqué una orquídea que se llevó florecida no volvió a lucir así.

Por sus llamativas flores, las orquídeas son unas de las plantas que mayor fascinación provocan. Existen muchísimas especies de ellas, y su diversidad continúa multiplicándose a consecuencia de que son fáciles de hibridar.
Sin embargo, una vez adquiridas, una de las consultas más comunes tiene relación con el hecho de que a veces no vuelven a florecer. Esto se debe a que, frecuentemente, la gente tiende a mantener la floración hasta último momento, y esa situación puede hacer que la planta se estrese y se saltee la floración posterior (por la maduración tardía de los nuevos pseudobulbos). Por eso no hay que esperar a que se marchiten todas las flores; cuando una de ellas se marchita, es buen momento para el corte total de la vara.
Otra causa por la cual la orquídea retacea su floración es que, al ser considerada como planta tropical, los compradores la colocan en un interior permanente (y sobre todo, ocurre con aquellas de clima frío, que no florecen por faltarles los requerimientos de luz y temperatura adecuados). Por ejemplo, las del género Cymbidium, Oncidium (y sus híbridos), Sophronitis, Dendrobium tipo nobile y Miltonia, requieren temperaturas de entre 6 ºC y 32 ºC. Híbridos y especies de Cattleya y Laelia: temperaturas de entre 13 ºC y 33 ºC. Phalaenopsis y Dendrobium phalaenopsis: temperaturas de entre 18 ºC y 35 ºC.
El tema del tipo de sustrato y el tamaño de la maceta también es importante, así como la fertilización programada y adecuada. Por esto, una vez más, es muy importante averiguar el género y la especie del ejemplar adquirido a fin de que, a partir de ellos, se puedan conocer los requerimientos de la planta. Por lo general, el trasplante se realiza cada tres o cuatro años, por dos motivos: porque la planta excede el tamaño de la maceta o porque el sustrato se ha degradado. La elección del sustrato dependerá de los hábitos de riego de cada persona. Los más utilizados son: corteza de pino, musgo sphagnum, carbón y piedra (se pueden utilizar en forma individual o hacer una mezcla de ellos).
En relación con los cuidados generales, debería tenerse en cuenta que, para efectuar un nuevo riego, se esperará a que el sustrato se seque totalmente durante el invierno -conviene que le falte agua a que le sobre-; pero, durante épocas cálidas, los riegos son más frecuentes y no hay que dejar que el sustrato se seque totalmente. La intensidad de la luz dependerá del ejemplar; aunque en general, se sugiere que las variedades de exterior reciban sol directo en los meses más fríos y sombra en los más cálidos. Se recomienda fertilizar durante la época de primavera y otoño, cada quince días, y con un fertilizante equilibrado hidrosoluble (solo en plantas en buen estado). También se pueden hacer fumigaciones preventivas en los cambios de temporadas y estar atentos a los ataques de babosas y caracoles.
Agradecemos el asesoramiento de Gustavo Ogata (presidente de APCOA).