Sequía: cómo evitar la proliferación de nematodos

Formas de reconocer esta plaga y sus daños. A qué se debe su aumento en períodos con pocas lluvias. Alternativas para controlarlos. Por Carlos Boschi*

Los nematodos constituyen una enfermedad importante en el cultivo de flores y plantas ornamentales, tanto por sus daños directos como indirectos (predispone a la planta a otras adversidades). Mayoritariamente, los perjuicios se presentan en raíces y, en menor medida, en tallos y partes foliares.

Se trata de organismos transparentes, de forma cilíndrica, con el diámetro reducido en los extremos, que miden 0.5 mm de largo, y poseen los principales sistemas fisiológicos de los organismos superiores, con excepción del respiratorio y el circulatorio. Su proliferación en el vivero está influenciada por sustratos sometidos a un mal manejo de la humedad, aireación y temperatura, y por material de propagación infectado.

Las condiciones favorables, ideales para su propagación, las dan los sustratos ligeros con exceso de humedad y temperatura óptima de 25 a 30 ºC, y el uso de herramientas contaminadas con partículas de sustrato. Además, existen también nematodos que atacan hojas y tallos; estos son típicamente introducidos en el invernadero a través de los esquejes y las plantas enraizadas.

Poseen un estilete que les sirve para penetrar y alimentarse de las células de las plantas, y, además, se constituyen en la puerta de entrada de otros patógenos. Los primeros síntomas visibles se detectan fácilmente, ya que causan hinchazones o nódulos y deformaciones en las raíces. Esto impide la absorción de agua y nutrientes, y afecta a la parte aérea provocándole un crecimiento deficiente, marchitamiento acentuado, deficiencias nutricionales y nula resistencia a las plagas. Una vez avanzada la enfermedad, se observa una destrucción del sistema radical que finaliza con la muerte de la planta.

• A qué se debe la proliferación de nematodos en tiempos de sequía

Durante el período de sequía, aumenta la aparición del estrés hídrico que perjudica varios aspectos del funcionamiento vegetal, desde el metabolismo celular (incluyendo la fotosíntesis) hasta el crecimiento vegetativo. Pero hay que tener cuidado, porque la baja humedad relativa, propia de la sequía, con frecuencia genera un desbalance brusco entre la traspiración y la absorción hídrica que ocurre aunque haya humedad en el sustrato. Esto hace perder turgencia al cultivo, y el viverista confunde este síntoma con una falta de agua en el sustrato y aumenta la frecuencia o caudal de riego, produciendo, así, un exceso hídrico que origina las condiciones favorables para el advenimiento de la enfermedad.

Medidas de control

Establecida la enfermedad, la aplicación de productos químicos es el método de control más utilizado, dado que provoca la drástica reducción de la densidad de población del nematodo y minimiza las pérdidas a corto plazo. Sin embargo, la aplicación sistemática de nematicidas conlleva un riesgo de contaminación medioambiental elevado. Por ello, es fundamental el uso integrado de diversos métodos de control (técnicas culturales, solarización, control biológico, variedades resistentes e, incluso, aplicaciones específicas de nematicidas) durante un cierto período de tiempo.

En esta situación particular de sequía, el principal método preventivo es no regar al observar falta de turgencia en el cultivo al promediar el día. Hay que esperar el momento de la caída del sol, en que la turgencia (si es que fuera causada por el desbalance hídrico explicado anteriormente) se restablecerá por sí sola.