Cómo cuidarla: luz, riego, temperatura, humedad, el cuidado básico para que no sea afectada por plagas y enfermedades, cuándo cambiarla de maceta. Consejos para cultivadores y para brindar al momento de la venta al público. Por Valeria Mené*
La violeta africana (Saintpaulia ionantha), una de las plantas florales de interior más populares del mundo, fue descubierta hace más de cien años por el alemán Walter Von Saint-Paul, en las montañas de Usambara (África).
Muy sencillas de cultivar, estas plantas perennes brindan flores, permanentemente, en condiciones adecuadas de luz; a la vez, crecen mejor en grupos que en forma aislada. Existen de flores sencillas, dobles y de bordes rizados, mientras que, en cuanto a los colores, se destacan las azules, rosadas, blancas, violetas, rojas, bicolores.
Luz: este es el factor más importante para que las plantas continúen su floración. Hay que ubicarlas en un lugar muy luminoso, pero evitando el sol directo. Por ejemplo, en el interior, las ventanas hacia el este o hacia el oeste son buenos lugares. En invierno se las puede colocar al lado de ventanas que miren al norte.
En caso de que cuenten con poca luz, las plantas se desarrollarán con pecíolos largos y débiles; las hojas nuevas serán pequeñas y no darán flores. Mientras que, ante el exceso de luz, las hojas se tornan gruesas y amarillas, con los bordes doblados hacia arriba y hacia dentro.
Riego: el aporte de agua dependerá del estado de desarrollo de la planta, de la composición del sustrato, de la humedad ambiente y de la cantidad de luz. El sustrato debe estar húmedo, pero nunca anegado. Una vez adquirida, un consejo práctico es que se la riegue hasta que el agua drene sobre un recipiente ubicado debajo de la maceta, que luego habrá que quitárselo para evitar el anegamiento de las raíces. Entre riegos, se debe aguardar que la superficie del sustrato esté seca.
Si la temperatura del agua de riego y la temperatura de la hoja de la planta tienen más
de 5 °C de diferencia, se producen daños fisiológicos en las hojas a consecuencia del cambio brusco de temperatura, que provocarán manchas amarillas en el follaje. Es aconsejable regar de mañana con agua a temperatura ambiente, ya que los riegos nocturnos pueden producir enfermedades criptogámicas, y los vespertinos, manchas en el limbo foliar.
Temperatura: ya que su ambiente es de origen tropical (30 °C – 18 °C), se adapta bien a los interiores. Es preferible que la temperatura diurna sea unos 5 °C más alta que la de la noche. Con estas condiciones, se obtienen flores hasta un 25 % más grande, con mayor cantidad de pétalos, colores más intensos y con los bordes más marcados.
Humedad: la humedad ambiente debe estar entre el 40 y el 60 %. Una vez ubicada en el sitio elegido, hay que tener especial cuidado con la calefacción (invierno) y con el aire acondicionado (verano); ambos secan mucho el ambiente. Para solucionar este inconveniente, se sugiere reunir varias plantas a fin de crear un ámbito más húmedo, o colocarlas sobre un plato con piedritas húmedas. Jamás deben rociarse.
Fertilización: si la planta está en dormición, no debe ser fertilizada. Pero en crecimiento y floración, es conveniente suministrarle pequeñas cantidades de fertilizante (1 por mil) disuelto en el agua de cada riego. Un fertilizante 10-30-20 (nitrógeno-fósforo-potasio) dará buen resultado. Es una planta sensible al exceso de sales por lo que se debe evitar la sobrefertilización. Los síntomas de exceso de sales son los márgenes de las hojas quemados.
Plagas y enfermedades: es mucho más sencillo prevenir que curar: es importante sacar las flores y hojas marchitas como tarea indispensable de prevención.
Cambio de maceta: conviene siempre tener presente que la maceta debe ser reemplazada cada dos años, aproximadamente, según el crecimiento de la planta. Y se empleará en ese caso un sustrato suelto, liviano, con buen drenaje y un pH entre 6-7.
* Ing. Agr. Sandra Valeria Mené (Universidad de Morón).