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Dos Banderas es el cultivo de la familia Molina, quienes en un comienzo cultivaban hortalizas, pero luego de observar que el negocio de flores era más rentable, desde la década de los noventa, decidieron dedicarse a la floricultura.

El español Antonio Molina (81) nos ofrece la historia del nacimiento del cultivo. 

Yo me iba a ir a trabajar a Francia… pero se me ocurrió preguntar a la chica que entregaba la documentación necesaria si sabía de la Argentina. Mi padre había estado aquí en 1914 —unos tres años—, y siempre nos contaba lo mucho que le había gustado este país. Tanto, que eso me llevó a pensar que cuando yo fuera grande, iba  a venir a vivir aquí.

De esta manera, llegué a  la oficina que  me indicó la mujer, y allí me preguntaron si quería viajar a la Argentina como agricultor. Me hicieron preguntas para saber si sabía de cultivos, y al ver que sí, me preguntaron cuándo quería partir hacia aquí.

Les expliqué que no era mi idea partir ya, porque  tenía esposa e hijos y un contrato firmado para trabajar en Francia. Me dijeron que estaba bien y me iban a avisar cuándo partía el siguiente barco, y que mientras tanto, podía cumplir mi compromiso en  Francia. A mí me parecía todo muy rápido, pero no quería perderlo… Esto fue en febrero, y los primeros días de abril ya me avisaron que en mayo había que embarcar.

Cuando llegamos  -vinimos en el barco Alberto Dodero-, toda esta zona era fiscal,  del Consejo Agrario, y se trabajaba dentro de un programa oficial, convenio de por medio con el Gobierno español para traer inmigrantes,  y se sembraba alcaucil, maíz… Aquí veníamos provisoriamente, teníamos un trabajo y un sueldo hasta que consiguiéramos otro.

Recuerdo que había un ingeniero agrónomo del Consejo Agrario, que era quien dirigía los trabajos, y me comentó que era fácil encontrar una medianería. Un día, se dio la casualidad de que otro español que vivía en la zona me comentó que había una quinta a la cual se le había ido el mediero, y me propusieron ir a trabajar allí (yo tenía 37 años). Pero a los tres años, como yo conocía a la gente del Consejo Agrario, me ofrecieron comprar cuatro hectáreas en donde hoy está el cultivo, a una tasa de interés relativamente baja, y así es que en 1969, comenzamos a trabajar nuestro propio campo.

Don Antonio, nos parece importante transmitir su ejemplo y tan significativa movilidad social a través del esfuerzo y el trabajo. ¿Cómo se logra?

Recuerdo que cuando fui a trabajar a esa quinta, como mediero, el ingeniero agrónomo del Consejo Agrario se había ofrecido a llevarme. Cuando llegamos, le dijo al dueño de la quinta: “Mire, le aclaro una cosa, este hombre, por el tiempo que lo conozco, es hombre de empresa, no es que usted tiene que mandarlo”.

Así, en esos tres años de mediero, junté 500.000 pesos de la época. Con eso inicié el cultivo de  estas cuatro hectáreas, y  pedí un crédito para  el primer motor  y la bomba para extraer agua…A los seis meses, vino un inspector agrario, y al ver que tenía todo sembrado, se sorprendió que hubiera logrado en tan corto tiempo lo que exigían para  cinco años, y me ofrecieron comprar cuatro hectáreas más -dando el 10% de entrada y diez años para terminar de pagar (fueron  las mismas condiciones que para la compra de las otras cuatro hectáreas)-.

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