Un trabajo de la Universidad Nacional de Cuyo nos acerca los conocimientos necesarios para poder ofrecer muchas de las flores ornamentales como alimento: flores de azúcar, alegrías del hogar, pensamientos y muchas más. Por Patricia Occhiuto*
La producción y el consumo de flores como alimento es una práctica que data de miles de años en la historia de la alimentación humana (Mlcek et al.; 2011; Cunningham et al., 2015). Sin embargo, hasta hace algunas décadas, no estaba muy difundida entre los consumidores. Las tendencias actuales en el mercado de los alimentos muestra el interés del consumidor por alimentos que resulten atractivos en apariencia y color, y que, además, representen algún beneficio para la salud (Chen et al., 2017). Además de contribuir a la estética de los platos, las flores poseen sustancias biológicamente activas, tales como vitaminas A, C, riboflavina, niacina, antioxidantes, minerales (calcio, fósforo, hierro y potasio); todas ellas, benéficas para la salud de quien las consume (Pires, et al., 2018).
Es importante alertar que, por varios motivos, no todas las flores pueden consumirse: algunas especies pueden resultar tóxicas; otras, pueden provenir de producciones comerciales no orgánicas.
Ensayos realizados en la cátedra de Horticultura y Floricultura de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo permiten afirmar que su cultivo se adaptaría a pequeñas explotaciones a nivel familiar y de autoconsumo (Occhiuto y Morsucci, 2018), e, incluso, por su sencillez, se podría plantear realizarlo en las huertas educativas escolares.
En 2019, el proyecto “Flores comestibles: evaluación de características agronómicas, organolépticas y nutracéuticas” fue seleccionado en la Secretaría de Investigación, Internacionales y Posgrado de la Universidad Nacional de Cuyo, para su financiamiento durante dos años. Este proyecto involucra docentes de la Facultad de Ciencias Agrarias, alumnos de las carreras de Ingeniería Agronómica y de la Licenciatura en Bromatología y un equipo de investigadores del Laboratorio de Aromas y Sustancias Naturales y del Laboratorio de Postcosecha y Calidad de la EEA INTA Mendoza.
Qué especies pueden utilizarse
Existe una gran cantidad de especies citadas en la bibliografía como comestibles; a continuación se indican las más comunes. Para una mayor comprensión, se las clasificará según su ciclo de cultivo y su época de floración:
Especies anuales (su producción dura una temporada); estas a su vez se subdividen en:
Otoño-invernales: Viola cornuta (viola), Viola x wittrockiana (pensamiento), Dianthus sinensis (clavelina) y Calendula officinalis (caléndula), entre otras.
Primavera-verano: Tagetes patula (tagete), Begonia sempervirens (flor de azúcar), Antirrinum majus (conejito), Borago officinalis (borraja), Cucurbita sp.(zapallo), Impatiens walleriana (alegría del hogar), Ageratum houstonianum (agerato), etc.
Las especies que viven más de un año se clasifican en bienales o perennes. Algunas representantes de este grupo son: Lavandula sp. (lavanda), Rosmarinus officinalis (romero), Tropaeo lummajus (taco de reina), Rosa sp. (rosa), Viola odorata (violeta), Dianthus caryophillus (clavel), y Crisanthemun sp.(crisantemo), etc.
Cómo se inicia el cultivo
Puede partirse de plantines propios o comprados en viveros tradicionales; en este último caso, debe pasar un período de treinta días entre la compra y el inicio del consumo de las flores, período necesario para la degradación de los posibles restos de pesticidas que pudieran contener.
En cuanto al sustrato y el riego, estas plantas deben tratarse igual que un plantín floral ornamental, manteniendo la humedad en el suelo y regando con la frecuencia necesaria, según la época del año, el tipo de sustrato y el tamaño de la maceta en caso de no estar cultivados en el suelo. La producción de flores comestibles debe estar alejada de animales domésticos, para evitar su contaminación.
El momento de cosecha dependerá de la especie, en algunos casos, se cosechará en botón floral y, en otros, cuando las flores estén totalmente abiertas. Inmediatamente luego de la cosecha, las flores deben colocarse en envases tapados para evitar su deshidratación y serán refrigerados en la parte baja de la heladera.
La vida útil de una flor, el período desde que se cosecha hasta que se consume, varía entre los siete días (las begonias son las que menos duran) y los quince días (es el caso de los tagetes).
Con respecto al manejo de plagas y enfermedades, pueden utilizarse todos los productos indicados en la producción orgánica, al igual que las diversas recetas de control citadas en los cursos de huerta orgánica. El mantenimiento de la fertilidad del sustrato puede realizarse con enmiendas orgánicas, como humus y/o compost.
Cómo se consumen
Lo más común es utilizarlas en estado fresco, acompañando ensaladas o postres, pero también pueden cristalizarse o agregarse a diversas confituras.
Se continúa trabajando en la caracterización sensorial de las especies y en la cuantificación de los compuestos antioxidantes presentes en cada una de las especies evaluadas en esta etapa del proyecto.
*M.Sc. Ing. Agr. Patricia N. Occhiuto, Directora del proyecto “Flores comestibles: evaluación de características agronómicas, organolépticas y nutracéuticas” y docente de la cátedra de Horticultura y Floricultura de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo.
Bibliografía:
Chen NH, Wei S. 2017. Factors influencing consumers’ attitudes towards the consumption of edible flowers. Food Qual Prefer.;56:93-100. doi:10.1016/j.foodqual.2016.10.001
Cunningham E. 2015. What Nutritional Contribution Do Edible Flowers Make? J. AcadNutr Diet.: 115(5):856. doi:10.1016/j.jand.2015.03.002
Mlcek J, Rop O. 2011. Fresh edible flowers of ornamental plants - A new source of nutraceutical foods. Trends Food Sci Technol. 2011;22(10):561-569. doi:10.1016/j.tifs.2011.04.006.
Occhiuto, O. y Morsuchi M. 2018. Perspectivas de la producción de flores comestibles en Mendoza. Libro de resúmenes del XXXX Congreso Argentino de Horticultura. Córdoba, pag.: 292.
Pires TCSP, Dias MI, Barros L. 2018. Edible flowers as sources of phenolic compounds with bioactive potential. Food Res Int.:105:580-588. doi:10.1016/j.foodres.2017.11.014