ECONOMÍA & VIVEROS | Auspicio de la Tecnicatura Universitaria en Jardinería - UBA
Te contamos qué son y cómo construirlos. Cuáles son las plantas ornamentales recomendadas para estos espacios. Además: todo lo que necesitas saber para su óptimo mantenimiento. Por Norma Daglio*
En tiempos de crisis ambiental, aumento de las urbanizaciones y de la superficie impermeable, el agua de lluvia que se pierde por escorrentía constituye un recurso vital que debemos preservar en aras de contribuir, desde nuestra profesión, con ética y responsabilidad, al cuidado del ambiente y, en particular, al recurso agua, imprescindible para el sostenimiento de la vida en todos sus aspectos.
En este sentido, los jardines de lluvia (también conocidos como jardines filtrantes o drenantes) constituyen una estrategia de la jardinería o del paisaje para contribuir con el ciclo del agua, al capturar las aguas pluviales que se pierden por escorrentía, filtrándolas y conduciéndolas hacia la napa, al mismo tiempo que permiten reducir el potencial de erosión de un suelo.
Constituyen un recurso funcional al conducir las aguas pluviales contaminadas por pesticidas, fertilizantes, bacterias de las heces de las mascotas, recortes de césped, suelo erosionado, hacia una depresión ligeramente profunda en donde son descontaminadas por las especies vegetales y dirigidas hacia la napa y los grandes cursos de agua como ríos, arroyos y fuentes de agua locales.
¿Cuáles son las ventajas de los jardines de lluvia? Estas propuestas funcionales y ornamentales, que se construyen en la parte inferior de una pendiente, presentan determinadas utilidades, como por ejemplo:
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Limitan la cantidad de agua que ingresa al sistema local de drenaje pluvial.
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Reducen la posibilidad de inundaciones y de erosión.
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Disminuyen los problemas de drenaje al favorecer la percolación.
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Restringen la cantidad de contaminantes.
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Poseen bajo mantenimiento.
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Merman la superficie del césped.
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Utilizan especies vegetales nativas adaptadas a condiciones específicas.
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Constituyen asiento de fauna.
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Contribuyen a la mejora estética del lugar.
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Permanecen húmedos por un período de 24-48 horas.
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Permiten la percolación lenta del agua de lluvia.
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Aminoran la aplicación de fertilizantes.
¿Qué condiciones tendremos en cuenta a la hora de decidir proponerle al comitente su construcción? Al momento de pensar en un jardín de lluvia, se tendrán en consideración la ubicación, el estilo y la elección de especies.
Respecto de la ubicación, existen restricciones que deberán tenerse en cuenta, por ejemplo:
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Elegir un terreno con pendiente del 1 % al 5 %, a fin de evitar la erosión del suelo.
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Construirlo alejado tres metros de cualquier propiedad, con el propósito de impedir la humedad de los cimientos.
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Construirlo alejado cuatro metros de un pozo séptico para eludir la contaminación.
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Considerar el potencial de percolación del suelo a fin de facilitar o no el drenaje.
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Observar el sistema de utilidades subterráneas de la propiedad con el objetivo de evitar roturas innecesarias.
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Profundidad de 15 a 20 cm.
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Tener presente el asoleamiento (sol, media sombra o sombra) en miras de la elección de las especies vegetales.
En relación con el estilo, dependerá del gusto del comitente y la propuesta del diseñador. Existen infinitas posibilidades vinculadas a la creatividad del profesional. Así es que podrán ser formales, informales, mixtos o contemporáneos.
Algunas consideraciones a tener en cuenta para el diseño:
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Elegir variedad de plantas entre arbustos y herbáceas a fin de poder combinar época de floración, color, altura, estructura.
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Considerar el desarrollo del jardín durante todo el año.
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Tener en cuenta el paisaje “prestado” o existente.
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Un jardín de lluvia tendrá su máxima expresión al tercer año: estimar la implantación de especies de tamaño pequeño.
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Considerar área de entrada de agua y desbordamiento a fin de mantener el agua de lluvia dentro de los límites del jardín.
La elección de especies también se encuentra en relación con el estilo y el gusto; sin embargo, se sugiere la incorporación de especies nativas ya que se encuentran adaptadas a las condiciones ambientales propias de la región y, consecuentemente, requieren muy bajo mantenimiento, al tiempo que proporcionan asiento para la fauna local (aves, mariposas e insectos benéficos). Por otra parte, las especies vegetales elegidas deben poder tolerar condiciones húmedas y secas ya que en estos jardines se experimentan situaciones de inundaciones alternativas (luego de una tormenta) y de sequía (en períodos de poca lluvia).
Entre las especies herbáceas nativas, se sugieren: Lantana montevidensis (Lantana), Zephyranthes candida (azucenita del río), Cleome hassleriana (cleome), Cypella herbertii (cypella), Baccharis trimera (carqueja), Salvia uliginosa (salvia), Glandularia peruviana (margarita punzó), Acmella decumbens (nim nim), Petunia axilaris (petunia), Sisyrinchium iridifolium (sisyrinchium), Solidago chilensis (solidago), Verbena bonariensis (verbena), Asclepias mellodora (yerba de la víbora).
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Cómo mantener el jardín de lluvia
Para la conservación de un jardín de lluvia hay que tener en cuenta cinco aspectos fundamentales:
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Mantillo: aplicarlo en cualquier época del año en una proporción de 10 cm, a fin de disminuir el crecimiento de malezas, mantener la humedad del suelo e incorporar materia orgánica. Cubrir las áreas de suelo expuestas.
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Erosión y basura: mantener limpias las áreas de entrada y desbordamiento de cascotes, hojas y demás escombros con el propósito de favorecer la percolación lenta del agua de lluvia.
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Fertilización: no fertilizar salvo cuando sea estrictamente necesario, en cuyo caso, deberán usarse productos de origen orgánico.
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Desmalezado: el suelo de un jardín de lluvia poseerá una buena estructura, por lo tanto, las malezas serán fáciles de arrancar. Será muy importante este paso para que las plantas puedan crecer libres de competencia y hacer más atractivo el jardín.
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Riego: regar profundamente con poca frecuencia el primer año en procura de que las plantas puedan arraigarse; especialmente, en la estación en que las lluvias disminuyan. Luego del segundo y tercer año, las plantas nativas necesitarán poco riego. Es importante utilizar un sistema de riego por goteo o mangueras de remojo, de manera de garantizar que el agua penetre en el suelo y no se pierda por evaporación.
* Téc. Norma T. Daglio, docente de la Cátedra de Jardinería de la Tecnicatura en Jardinería de la FAUBA.
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