|  Las heliconias son plantas herbáceas  perennes pertenecientes a la familia de las Musáceas, cuya altura varía desde 70 cm hasta 10 m. Las brácteas son los  órganos más vistosos de una heliconia, generalmente son de colores primarios o  mezclados. Están agrupadas en el orden Zingiberales, y son conocidas en el  exterior como plantas exóticas tropicales, por su variedad de colores, formas,  tamaños y larga durabilidad.
 Presenta raíces adventicias y  fasciculadas. El pseudotallo está formado por la superposición de las vainas de  las hojas y se origina desde el sitio de crecimiento del rizoma hasta donde  brotan los pecíolos de las hojas, dándole sostén a las mismas, el cual asciende  por su interior en épocas reproductivas.  Se encuentran distribuidas desde el  Trópico de Cáncer  hasta el Trópico de Capricornio; son propias, en su  mayoría, de regiones tropicales y subtropicales de Centro y Sudamérica. Es  posible observar varias especies desde Indonesia hasta Nueva Guinea.  Su hábitat es diverso,  y ellas pueden crecer en regiones húmedas y  secas. La mayoría de las heliconias se desarrollan en climas húmedos y cálidos,  entre 200 y 2000 msnm; sin embargo, la altitud ideal es 1500 msnm, con  temperaturas de 23 a  30 °C.  Toleran una precipitación que va desde 1500 hasta 2000 mm, distribuidos entre  120 y 200 mm  al mes.  En cuanto a la luminosidad, necesitan  entre un 30 y un 40% de sombrío, y humedad relativa de 60 a 80% (Alehortúa, 1998; Maza  y Builes, 2000). El cultivo exitoso de las heliconias  depende de un adecuado método de propagación y de la realización de labores  culturales a tiempo, con el fin de obtener plantas sanas y de buena calidad. La  primera cosecha se obtiene entre los siete y los diez primeros meses posteriores  a la siembra, pero la flor con mejor calidad se obtiene después de los doce meses  (según fuentes: Karen Turriago  y Víctor  J. Flórez R. —referentes de la   Facultad de Agronomía, Universidad Nacional de Colombia, sede  Bogotá, 2004—). La facilidad de la propagación y la  semejanza en los cuidados — en comparación con el cultivo del banano— hacen más  fácil su incorporación y adaptación al medio productivo, y con zonas aptas para  realizar estos cultivos.  Con respecto a la luminosidad, Betancur y  Kress (1993) reportan que, cuando H. psittacorum se cultiva a plena exposición solar y  con buena fertilización, produce 130 inflorescencias por año, pero si la  iluminación se reduce en un 37%, el promedio de producción es de 35  inflorescencias por año. Los suelos aptos para el cultivo de esta  planta deben ser profundos, húmedos, ricos en materia orgánica, protegidos de  radiaciones solares fuertes —Hoyos (1999), con temperaturas de 18 a 23°C—, ubicados en zonas  planas y con texturas francas; el pH ideal es de 4,5 a 6,5 —Atehotúa (1998), Aimone  (1986), Betancur y Kress (1993) reportan que las heliconias no toleran suelos  básicos ni mal drenados—.                   La inflorescencia puede ser erecta, con brácteas  dispuestas hacia arriba: Heliconia Bihai , o péndula, con brácteas dispuestas  hacia abajo: Heliconia  marginata. La inflorescencia, generalmente, brota en forma terminal,  al final del pseudotallo, como en Heliconia psittacorum;  en algunas especies, ocasionalmente, brota del rizoma en un tallo sin hojas,  como en H.  hirsuta. Éstas son algunas de las características de las especies,  muy factibles de ser realizadas, en nuestra zona del noroeste argentino, por la  similitud con el cultivo de banano. |