Cuáles son las fuerzas dinámicas y estáticas intervinientes sobre estas estructuras. Refuerzos estructurales adicionales, colocación de coberturas y mucho más. Por Mauro Ferencich*
La producción vegetal en la zona geográfica situada al sur del paralelo 40 presenta variadas dificultades, pero todas ellas poseen un denominador común: el clima. Por ello, es posible advertir que en esta zona, normalmente, el invierno es una estación improductiva.
Si bien la producción se concentra en los valles más templados, el cultivo al aire libre presenta, para la mayoría de los cultivos, una ventana de tiempo muy reducida a los meses de verano. En la actualidad, con el uso de la tecnología de invernaderos y el control del clima, se busca prolongar ese período productivo hacia los últimos meses de la primavera y los primeros del otoño.
Aceptando que un invernadero es toda aquella estructura cerrada, cubierta por materiales transparentes, dentro de la cual es posible obtener unas condiciones artificiales de microclima, y con ello cultivar plantas en condiciones óptimas y fuera de temporada, la elección del lugar donde serán emplazadas las estructuras en esta zona, no solo debe cumplir ciertas condiciones básicas comunes a otros sectores, como por ejemplo, tipo de suelo, calidad del agua de riego y pendiente que asegure un adecuado drenaje, sino además, algunas condiciones particulares, como por ejemplo: no ubicar las estructuras en un bajo, en un fondo de valle profundo (porque puede ser anegadizo en algunas épocas del año, y, asimismo, las masas de aire frío, al ser de mayor densidad, descienden por las noches depositándose en los bajos), no construir los invernaderos cerca de márgenes de ríos y/o arroyos, pues en ocasiones, pueden producirse desbordes, y conocer la dirección e intensidad de los vientos.
Si bien durante la época de verano, la insolación puede ser la adecuada, en los meses de primavera y otoño se vuelve esencial intensificar la captación de los rayos del sol, y para ello la recomendación es orientar el eje longitudinal de las estructuras en sentido Este-Oeste, y para invernaderos, tipo capilla a dos aguas, proyectar pendientes de techos de 25° a 30°.
Para el diseño y la construcción de una buena estructura destinada a la producción en esta zona, hay que tener en cuenta, en especial, tanto las fuerzas dinámicas como las estáticas, que actúan sobre la misma, a fin de evitar un desplome que afecte directamente el cultivo protegido.
La primera y sin duda la más influyente, por no decir dominante (principalmente, por la dificultad que presenta a la gran mayoría de las actividades en esta zona), es el viento. A su vez, dentro de las estáticas se agrupan el mismo peso del cultivo (en caso de usar la estructura como sostén), los sistemas de riego y calefacción, y la nieve.
Para limitar la rigurosidad de estas fuerzas, se requiere agregar una serie de refuerzos estructurales adicionales a los tradicionalmente utilizados, tanto en los techos como en los frentes, buscando que estos copien figuras triangulares, con el objetivo de aumentar así su grado de resistencia. Además se sugiere el acortamiento de la distancia entre postes laterales, con idéntico propósito.
Una situación muy frecuente, observada en muchos invernaderos, es la colocación de las coberturas en forma muy despareja y poco tensa. Esto redunda en una mala captación de la radiación solar, pero además, la continua acción del viento puede provocar sacudidas del polietileno, que finalmente acarrearán el acortamiento de su vida útil.
Para evitar esta situación, se sugiere no solo perfeccionar la colocación del material, sino el uso de sogas elásticas instaladas en forma transversal sobre la cobertura, de manera que contengan el polietileno sobre la estructura. Es recomendable que estas sogas sean de material resistente a los rayos UV. También, en los sistemas de sujeción del polietileno con baguetas de acero o aluminio, es aconsejable utilizar doble resorte, tanto en la cara expuesta al viento como en la opuesta, esto mejora la resistencia a la tracción.
En zonas en las que los vientos pueden ser muy intensos, se sugiere variar la orientación de las estructuras a fin de evitar su accionar sobre las mismas, y no en función de la sugerida para la mejor captación de la radiación solar (Este-Oeste).
En los casos en que se desee producir en zonas en las cuales el viento presenta serias dificultades, habría que evaluar la conveniencia de instalar una cortina forestal cortavientos, de acuerdo con el debido análisis económico.
Otra observación muy importante para las zonas de montaña es la conveniencia de instalar estructuras de naves individuales, y no en naves apareadas, pues en ocasiones, las nevadas ponen en serio riesgo las estructuras.
En cuestiones de seguridad, tanto para el caso de la acumulación de nieve como en el de los vientos extremadamente fuertes que pudieran provocar el colapso de la estructura, se debería tener la decisión de sacrificar la cobertura de polietileno, considerando que esta participa del 10 al 20 % del costo total del invernadero.
El uso de calefacción forzada con el objetivo de extender los períodos de cultivo supone una elevada inversión, que solo puede aplicarse a producciones de muy alto valor o a organismos de investigación, por lo que su inversión debe analizarse con detenimiento.
* Ingeniero agrónomo, profesor de la materia Diseño, Construcciones e Infraestructura de la Universidad Nacional de Río Negro (Tecnicatura en Viveros).