Cómo desinfectar suelos y sustratos de forma sustentable

Tercera parte. Prácticas y tecnologías complementarias: polietilenos “barrera”, plantas injertadas, cultivo sin suelo, microorganismos benéficos y bioinsumos, reutilización de sustratos. Por Analía Puerta*

Los métodos sustentables de desinfección de suelos y sustratos, presentados en ediciones anteriores, pueden complementarse y potenciarse con otras técnicas, como las que se detallan a continuación.

• Polietilenos “barrera”

Estos polietilenos se colocan sobre el suelo o sobre los sustratos en los procesos de desinfección. Están desarrollados con tecnologías especiales, que permiten mejorar la eficiencia de los fumigantes químicos y del proceso de solarización.

En el caso de la desinfección química, aumentan su efectividad al evitar que los gases fumigantes se escapen; permiten, incluso, reducir las dosis de dichos productos. En el mercado, se encuentran disponibles con el nombre de Total Impermeable Film (TIF) y Very Impermeable Film (VIF).

En tanto que en la solarización, se utilizan plásticos térmicos, que permiten retener por más tiempo el aumento de temperatura producida gracias al ingreso de los rayos solares.

• Plantas injertadas

El injerto consiste en la unión de dos plantas afines en la que se aprovechan las características de la raíz de una ellas, utilizándose como pie o portainjerto, sobre la que se injerta la variedad (copa), cuyo producto se desea cosechar.

Esta tecnología fue implementada con gran éxito en la horticultura mundial. Se destacó la labor realizada por las mujeres; incluso se creó el oficio de “injertadoras”.  Actualmente, constituye una fuente de trabajo para ellas.

Si bien esta técnica supone un costo más elevado en comparación con los plantines tradicionales, los mayores rendimientos y la mejor calidad compensan dicha situación, requiriéndose un manejo diferencial para poder expresar su potencial.

Los equipos técnicos del proyecto Tierra Sana, junto con otros investigadores del INTA y de la Universidad Nacional de La Plata y de la Universidad Nacional de Luján (ambas de Buenos Aires) han evaluado la tecnología del injerto de hortalizas.

En nuestro país, se han llevado a cabo experiencias de investigación y a escala comercial que demuestran la eficacia de esta práctica, y que, a la vez, corroboran los resultados encontrados en otros países. En este sentido, se trabaja con investigadores de la Universidad de Almería (España), quienes son referentes en la temática, a nivel mundial, y contribuyeron a la introducción y a la consolidación de dicha tecnología en la Argentina. También se ejercen acciones articuladamente con instituciones públicas y privadas de México y Cuba, países que han logrado la adopción masiva del injerto de hortalizas en el sector productivo. Esto ha contribuido a reemplazar totalmente a los fumigantes químicos en sus respectivas naciones.  

Actualmente, en la Argentina, hay al menos cinco empresas productoras de plantines injertados, que atienden la demanda existente en el Área Metropolitana de Buenos Aires, de Mar del Plata y de las provincias de Salta, Jujuy, Mendoza y Corrientes.

Esta técnica también se adapta a aquellos productores familiares que quieran producir sus propias plantas injertadas.

Se han obtenido cultivos comerciales empleando como pie de injerto la especie Solanum sysimbriifolium, nativa de nuestro país. Estas experiencias fueron desarrolladas por investigadores del INTA San Pedro. También se ha concretado la obtención de plantas a través de emprendimientos que tuvieron como protagonistas a pequeños productores del NOA.

• Cultivo sin suelo

El cultivo en sustrato e hidroponía consiste en la producción de vegetales prescindiendo de la utilización del suelo. Por ello también se los nombra sistemas de cultivo sin suelo.

Cuando las raíces se desarrollan en el agua, se denomina hidroponía; y cuando lo hacen en un medio sólido, diferente del suelo, cultivo en sustrato. Se utiliza una gran diversidad de ellos y/o mezclas. Este sistema de producción surge como consecuencia de la alta degradación sufrida por el suelo, debido a un manejo no sustentable de este, acompañado, además, de prácticas inadecuadas de los recursos naturales.

A ello, se sumaron en todo el mundo las mencionadas restricciones en el uso de desinfectantes de suelos, como es el caso del bromuro de metilo. Se ha comprobado que con el sistema de cultivo sin suelo, se reduce el uso de agroquímicos, y se evita, a la vez, los desinfectantes químicos y los herbicidas. Además, este sistema incrementa la productividad y rentabilidad, debido a la mayor eficiencia en el aprovechamiento de la superficie y de los recursos naturales; aumenta el bienestar de los trabajadores, ya que mejora la ergonomía de todas las operaciones, especialmente las de cosecha. Y se expanden las fronteras de las regiones productivas, posibilitando la producción en zonas no aptas para el cultivo, ya sea por problemas sanitarios o a causa del alto valor inmobiliario de la superficie. 

Es importante destacar que esta alternativa de producción puede adaptarse a diferentes niveles: desde la agricultura familiar hasta las pequeñas, medianas y grandes empresas.

Actualmente, hay producciones de este tipo en todas las provincias de la Argentina. Asimismo, no sólo se lleva a cabo en áreas tradicionales de producción, sino que se registra un crecimiento masivo en zonas urbanas, ya que con dicho sistema el productor se independiza de la calidad del suelo.

En el sistema hidropónico, las producciones de mayor relevancia corresponden a las hortalizas de hoja, como lechuga, rúcula, acelga. Y en el realizado en sustrato, se destaca el cultivo de ornamentales, tomate, frutilla y, en menor medida, de pimiento.

Se han firmado acuerdos de trabajo con empresas proveedoras de insumos, universidades y diferentes unidades y programas del INTA, a fin de evaluar la factibilidad técnica y económica de esta alternativa de producción. Al respecto, también se instalaron parcelas de investigación y experimentación en las principales zonas productivas del país.

• Microorganismos benéficos y bioinsumos

El uso de microorganismos, como por ejemplo micorrizas, Trichoderma virens y Azospirillum brasilense, demuestran los efectos favorables de su uso en las producciones intensivas. Algunos de estos productos se encuentran disponibles en el comercio y complementan el efecto de la desinfección del suelo y el sustrato.

• Reutilización de sustratos

Recientemente, se iniciaron algunas líneas de trabajo referidas a la desinfección de sustratos ya empleados, con el fin de evaluar su reutilización o darles a estos un destino final adecuado.

Las experiencias actuales se centran en la reutilización de sustratos provenientes de plantas ornamentales, en razón de que, cuando no se concreta la venta, se descartan, debido a cuestiones sanitarias o comerciales.

De esta forma, se busca convertir en insumos de un nuevo ciclo productivo materiales que, de otra forma, se acumularían en los establecimientos como residuos. Los sustratos tratados podrían ser reutilizados o dispuestos de forma adecuada luego del tratamiento de desinfección.

En estos tiempos, el sector productivo demanda sobre dicha problemática. Estas alternativas de desinfección permitirían la reutilización y la adecuada disposición final del sustrato, sin generar impacto ambiental, ni residuos en el campo, a un bajo costo económico y siguiendo los preceptos de la economía circular. 

Para conocer sobre “Alternativas físicas”, “Alternativas biológicas” y “Opciones químicas”, puedes ingresar en la edición de septiembre y octubre, respectivamente.

 

* Analía Puerta, coordinadora nacional de Tierra Sana (INTA-ONUDI).