ECONOMÍA & VIVEROS | Auspicio de la Tecnicatura Universitaria en Jardinería - UBA
Una descripción de estos ejemplares y las sugerencias para saber cuál puede ir a pleno sol, a la sombra e, incluso, en el interior. Por María del Carmen Constenla*
Princesa del reino vegetal: esta bella metáfora corresponde a nuestro imaginario como símbolo incuestionable de las regiones más exóticas del planeta. Referente obligado de paisajistas y arquitectos que utilizan estas plantas por su carácter ornamental, proporcionan, además, alimento, balsas, muebles, cuerdas, vinos y licores.
Las palmeras son originarias de regiones tropicales y subtropicales, así como de lugares donde los riesgos de heladas son mínimos. Algunas especies se han establecido en zonas de clima frío de montaña, como Trachicarpus fortunei, que vive en la cordillera del Himalaya y soporta hasta los -14 ºC.
Aunque las palmeras poseen estructuras similares a especies de porte arbóreo, presentan algunas diferencias, estas son:
- Raíces: el sistema radical es fasciculado, formado por un abundante haz de raíces delgadas y alargadas, que, a diferencia de los árboles, no posee una principal que vaya aumentando con los años. De este modo, resulta muy eficaz a la hora de sujetarlas al suelo y evitar caídas causadas por problema de desarraigo o como consecuencia de temporales de viento. Además, es ideal, dada su escasa agresividad, para colocarlas junto a piletas y construcciones.
- Tronco o estípite: si bien tenemos la imagen de ejemplares de un solo estípite, existen aquellos que poseen varios como Chamaedorea humilis, Dypsis lutescens, o Phoenix reclinata. Todos poseen características que ayudan a su identificación, a la vez de ser ornamentales, tales como su colorido, indumento, anillado.
- La copa o corona: compuesta por hojas pinnadas o palmadas, según la especie, acompañadas por las inflorescencias y los frutos, que pueden ser muy decorativos como el coco (Cocos nucifera) o los dátiles (Phoenix dactylifera).
La elección de una palmera debe ser meditada a fin de que su aclimatación resulte satisfactoria. Para lograrlo son aconsejables los ejemplares jóvenes, aquellos que hayan estado de dos a tres años en macetas hasta su emplazamiento definitivo, que se realiza, preferentemente, en verano, cuando las palmeras están activas.
Si bien algunos ejemplares exigen exposiciones a pleno sol, otros viven muy bien en ambientes sombreados. Las necesidades lumínicas están determinadas por el origen de la especie; es decir, se debe dar a cada palmera la exposición adecuada, así se evitan quemaduras en las hojas, en aquellas especies de bajo requerimiento lumínico, y se permite su crecimiento vigoroso.
Van a pleno sol: Chamaerops humilis, Livistona chinensis, Syagrus romanzoffiana.
A media sombra: Caryota urens, Chamaedorea elegans, Howea sp.
Respecto de aquellas que se ubicarán en el interior, se debe tener en cuenta la luz del ambiente en el que se van a emplazar y la temperatura. Como la mayoría proviene de lugares tropicales, la temperatura no debe bajar de 18º C, como por ejemplo, Dypsis lutescens, Rhapis excelsa, Phoenix roebelinii. Es conveniente mantener alta la humedad ambiente, lejos de radiadores y del aire acondicionado. El riego debe ser abundante y espaciado, con un sustrato ligero que mantenga la humedad y evite el encharcamiento.
Por todo lo expuesto, son dignas de tenerlas en cuenta a la hora de pensar en embellecer un espacio, sea público o privado, exterior o interior, siempre teniendo en consideración la especie indicada en el lugar adecuado.
* Téc. en Jardinería María del Carmen Constenla, ayudante de primera. Cátedra de Jardinería de la UBA.
