Cómo fue la evolución de estos espacios verdes dentro de lo privado. La Dra. Sonia Berjman, historiadora de dichos ámbitos, acerca información al respecto.
Es más frecuente conocer sobre la historia de los jardines públicos (e incluso, del sector florícola de la Argentina) que de los jardines privados, ya que de ellos se tienen pocos datos ¿Cuáles son las diferencias que pueden apreciarse en estos a través del tiempo; por ejemplo, de un siglo a otro?
Los primeros jardines privados de la Argentina comenzaron a construirse en estancias y residencias opulentas a mitad del siglo XIX, de la mano de paisajistas y jardineros que completaban la labor de los arquitectos encargados de las correspondientes mansiones; todos ellos contratados por los argentinos de fortuna que querían imitar a sus amigos europeos, explica la Dra. Sonia Berjman (historiadora de espacios verdes).
Los paisajistas del siglo XIX e inicios del XX se valieron mayormente de vegetación importada. Fue Charles Thays (padre de Carlos León Thays) quien comenzó a introducir especies autóctonas en los jardines públicos y privados. Poco a poco, sobre todo con el último cambio de siglo, el descubrimiento y estudio de nuestra flora dio lugar a una utilización casi masiva de ella, contribuyendo para tal fin su reproducción en viveros especializados.
En nuestro país, la herencia de la cultura hispanoárabe privilegiaba el espacio público sin verde, y este solo se hallaba en la intimidad del hogar (generalmente, integrada por varios patios sucesivos que cumplían diferentes funciones domésticas: un jardín y una quinta productiva al fondo de todo). Esto se mantuvo hasta 1880, aproximadamente, cuando comenzaron a arribar los paisajistas franceses, que cambiaron esta tradición a instancias de las nuevas ideas urbanas de las elites dominantes que aspiraban a hacer de Buenos Aires la nueva París del Plata.
Si nos enfocamos en las plantas, y por ejemplo, comparamos la cantidad de palmeras o jazmines que antaño podían hallarse en los jardines, podría decirse que estos ejemplares han caído en desgracia, y hoy lucen, en sus lugares, las gramíneas ornamentales. También se observa que ha desaparecido casi por completo el arte topiario de árboles y arbustos, por su alto costo, pero sigue vigente en la modélica París.
Como señalamos, en su comienzo, la creación de jardines fue exclusividad de la clase social alta argentina, con los que engalanaban sus estancias y petits hôtel; no obstante, la construcción de barrios de viviendas para la clase media y obrera durante la primera mitad del siglo XX, con espacios para pequeños jardines hogareños, contribuyó a difundirlos en estos sectores.
Los tradicionales estilos de la jardinería francesa y de la inglesa fueron sintetizados en la mitad del siglo XIX por el jardín de estilo mixto, que fue preponderante en los parques públicos. Las estancias argentinas prefirieron en general el inglés, pero con una entrada geométrica francesa que diera jerarquía y marco de impresión a la llegada de los visitantes, desde la tranquera principal hasta el casco.
La Exposition des Arts décoratifs (París, 1925) marcó su influencia sobre todas las artes: en esa exposición surgió el art déco como forma decorativa, y también, el jardín moderno, pero a la vez, hubo un revival del jardín francés geométrico con toques déco.
En las últimas décadas, los jardines contemporáneos (en los que vemos minimalismo, plantas nativas, jardines verticales, etc.) fueron impulsados por las exposiciones de decoración y paisajismo, los medios especializados, y la creación de las carreras terciarias y universitarias relacionadas con estas temáticas.
Fuente
Economía & Viveros (Clarín, 2017).