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Mariano Bello

Podría decir que la primera tarea por la que recibí una remuneración fue la que realizaba cuando ayudaba a mi padre a hacer mudanzas y fletes. Entonces, tenía solo nueve años de edad y, desde luego, era considerada un juego y terminaba usando los australes que ganaba en caramelos y chocolates. 

Ya adolescente, ingresé a la Escuela Técnica de Jardinería “Cristóbal María Hicken” en la cual aprendí la profesión que marcó para siempre mi vida. A la vez que descubría los secretos de la jardinería, comencé a trabajar en el mantenimiento de jardines y balcones. 

Al comienzo,  me di varias veces “la cabeza contra la pared” al tratar con la gente, actividad que parece sencilla, ¡pero que no lo es!  Esta etapa fue una de las más enriquecedoras, no solo porque tuve  docentes de primer nivel, sino por todo lo que me instruí trabajando con algunos de ellos; si tuviera la opción de repetir un momento de mi trayectoria, sería ese.

Mientras cursaba el tercer año, conocí al ingeniero agrónomo Juan José Valla, quien me entusiasmó, aún más, para que estudiara  y aprendiera sobre la ciencia amable de las plantas. Este profesional daba cursos de botánica para adultos en el establecimiento.

Cuando egresé del colegio (en aquel diciembre de 2001, recordado por todos, en el que la gente se quedaba sin trabajo),  recibí un llamado telefónico a mi casa que me sorprendió mucho, era el Ing. Valla para ofrecerme un puesto en el Jardín Botánico “Lucien Hauman” de la Facultad de Agronomía, de la cual él es director. Sin dudarlo, mi respuesta fue un exaltado sí.

Han pasado catorce años de aquel llamado, y seguimos trabajando, codo a codo, en ese hermoso jardín, donde me encargo principalmente del mantenimiento de las colecciones vivas y los cultivos en general, de atender consultas de alumnos, docentes y visitantes, y del canje de semillas con otras instituciones del país y del exterior.

Mariano Eduardo Bello (34), Técnico en Jardinería.
bello@agro.uba.ar