Te ofrecemos un detalle de este insecto y su organización, que ayuda a comprender el porqué lleva en la tierra miles de años. Además: cómo eliminarlos. Por Serafina Russo*
Las hormigas existen en nuestro planeta desde hace miles de años, mucho antes que apareciera nuestra especie, por lo que dichos insectos han demostrado ser muy eficientes para adaptarse y expandirse.
Habitan casi todos los continentes, en lugares oscuros y escondidos, pudiéndoselas hallar en sitios tan diferentes, como por ejemplo: el desierto, el campo, la selva, e incluso, en zonas industriales o urbanas, donde puedan encontrar alimento fácilmente.
Principales características, organización y especies
Las hormigas (Formicidae) son una familia de insectos sociales que, como las avispas, los abejorros y las abejas, pertenecen al orden Hymenoptera (Himenópteros), que es uno de los órdenes más numerosos de insectos. El nombre proviene de sus alas membranosas (del griego hymen, "membrana", y pteros, "ala"). Presentan dos pares de alas membranosas, las anteriores de mayor tamaño que las posteriores; la mayor parte de los Himenópteros tiene un estrechamiento entre tórax y abdomen.
Los formícidos son uno de los grupos zoológicos de mayor éxito, con casi 14.000 especies descritas. Se identifican fácilmente por sus antenas en ángulo y su cuerpo dividido en tres partes, con una estrecha cintura. Su tamaño oscila entre los 2 y 25 mm y existen más de 10.000 especies. La rama de la entomología que las estudia es denominada mirmecología.
Son insectos holometábolos, es decir, se desarrollan por metamorfosis completa, característica de los insectos más desarrollados. Presentan un estado larval, con varias mudas, y, antes de llegar al estado adulto o imago, pasan por un estado pupal. La larva permanece prácticamente inmóvil y es alimentada y cuidada por las obreras. A las larvas se les suministra alimento por trofalaxis, proceso por el cual una hormiga regurgita la comida líquida almacenada en su buche; también pueden recibir alimentos sólidos, como huevos tróficos (no fecundados), trozos de presas, semillas traídas por obreras recolectoras o, en el caso de algunas especies, pueden ser transportadas directamente hasta una presa capturada.
Las colonias u hormigueros pueden ser de un tamaño que se extiende desde unas docenas de individuos hasta colonias muy organizadas, que pueden ocupar grandes territorios y estar compuestas por millones de individuos.
Estos insectos sociales presentan un alto grado de polimorfismo; se distribuyen en castas, que pueden ser temporarias y permanentes. Las primeras se producen por cambios en la actividad o por envejecimiento; allí podemos encontrar individuos con alas, algunos machos y una o varias hembras fértiles, que son las llamadas reinas y, a la vez, las únicas reproductoras de la colonia.
En las castas permanentes, están las hembras estériles, sin alas y castas de obreras, soldados, y otros grupos especializados. Las obreras son las más comunes dentro de cualquier hormiguero; son las de menor tamaño, pero, aun así, hacen la mayor parte del trabajo. Algunas se encargan de cuidar a las crías y a la reina; otras almacenan el alimento y los materiales recolectados. Las obreras, a medida que van envejeciendo, se ocupan de otras tareas; por ejemplo, de excavación y mantenimiento del hormiguero. Y, más adelante, a defender el hormiguero y a recolectar alimento.
Estos cambios pueden ser bastante repentinos y definen lo que se denomina castas temporarias. Una posible explicación de esta secuencia son las numerosas bajas que se producen durante la recolección, por lo que resulta un riesgo solo aceptable para las hormigas más viejas que, probablemente, morirían pronto por causas naturales.
Las obreras encargadas de recoger hojas u otros materiales vegetales cortan estos elementos en trozos pequeños para llevarlos a la colonia y ponerlos a disposición de los jardines de hongos. Se especializan en tareas según su tamaño: las más grandes cortan tallos; las medianas mastican las hojas; y las más pequeñas cuidan de los hongos.
Las hormigas con alas alzan el vuelo para aparearse en los días húmedos y cálidos del verano, por lo que este vuelo es conocido como vuelo nupcial. Una vez apareadas, se ocultan en el suelo a fin de encontrar el lugar indicado para comenzar un nuevo nido y colocar sus huevos. Estas hormigas se recortan sus alas con el propósito de utilizarlas como una fuente llena de proteínas para alimentar a sus crías. Una vez que se produce el apareamiento, pueden permanecer durante mucho tiempo fertilizadas y así van depositando miles de huevos cada día. Además, las hormigas reinas son los insectos que tienen el mayor récord de vida, ya que pueden vivir entre uno y treinta años.
Se alimentan exclusivamente de un hongo que solo crece dentro de sus colonias, por lo que se las considera especies fungívoras.
En algunas especies, la diferenciación entre reinas y obreras, y las diferentes castas de obreras, está determinada por la alimentación que reciben las larvas. Las influencias genéticas y el poliformismo por el ambiente de desarrollo son complejos, y la determinación de castas sigue siendo objeto de investigación.
Los géneros más abundantes en nuestro país son Atta spp., con tres especies y Acromyrmex spp. con doce especies, son las denominadas hormigas cortadoras o podadoras de hojas. El género Atta, distribuido en el noreste y noroeste, mientras que la ubicación de Acromyrmex es más dispersa. Las especies del género Atta presentan nidos más grandes, y Acromyrmex, más pequeños.
Anatómicamente, estos géneros tienen mucho en común; sin embargo, ambas presentan diferencias externas. Las hormigas Atta tienen tres pares de espinas y un exoesqueleto terso en la superficie superior del tórax, mientras que las Acromyrmex tienen cuatro pares y un exoesqueleto áspero.
Cómo eliminar las hormigas
La tarea de utilizar medidas que permitan disminuir el impacto de estos insectos, sin afectar el entorno, y, al mismo tiempo, obtener plantas de muy buena calidad. No es un cometido fácil.
Al igual que en otros organismos perjudiciales, los aspectos más relevantes deberían estar destinados a la prevención, en los cuales, reducir a largo plazo el empleo de productos sintéticos sea el objetivo principal.
La importancia que tiene el aspecto estético y económico de estas plantas solo permite una tolerancia relativamente baja en el daño.
En el marco de la prevención, las prácticas culturales cumplen la función de crear un ambiente desfavorable para las hormigas cortadoras. La baja biodiversidad que caracteriza a estos sistemas alcanza su máxima expresión en los monocultivos.
Estos ambientes tan simplificados ofrecen un hábitat altamente propicio para el desarrollo de plagas, y al mismo tiempo negativo, para sus enemigos naturales.
La utilización de agroquímicos, insecticidas y fertilizantes químicos implica la modificación de determinados factores, que ocasiona que algunos mecanismos naturales dejen de funcionar, contribuyendo al espiral negativo de los pesticidas. Es decir, se destruye un equilibrio muy complejo que demandó miles de años en formarse; esto genera plagas como las hormigas cortadoras, entre otras.
Por lo que algunas medidas, por ejemplo, la utilización de policultivos, la rotación de cultivos, las barreras vivas de plantas repelentes (como el tomillo, la menta y la lavanda, entre otras), o las cubiertas verdes y los abonos, contribuyen a regular el equilibrio del ambiente.
El hecho de mantener por lo menos diez cultivos, a fin de provocar la confusión de efectos generada por los diferentes colores y olores de los compuestos volátiles emitidos por las plantas, puede contribuir a disuadir, desorientar y/o repeler a los herbívoros en el acto de localización de sus hospedantes.
* Ing. Agr. Serafina Russo, docente de la Cátedra de Zoología Agrícola de la Facultad de Agronomía de la UBA.