Importancia de la flora nativa. Multiplicación sexual: en general, en qué época se obtienen las semillas en el centro del país. Aspectos para tener en cuenta. También, algunas especies. Por Eliana Exner*
La flora nativa, es decir, el conjunto de plantas originarias de un lugar determinado es valiosa por sus propiedades, por su plena adaptación a las condiciones de suelo y clima, por su valor ecológico en cuanto a la relación con la fauna y el resto de los seres vivos autóctonos.
También permite restaurar ambientes y la biodiversidad perdida. Además, presta servicios ecosistémicos entre los que se destacan la protección de los suelos, su capacidad para favorecer una mayor infiltración del agua de lluvia, la captura de carbono atmosférico y la provisión de oxígeno.
Sencillamente, las plantas nativas son fuente de alimentos, forrajes, medicinas, maderas, etc., y comprenden un amplio abanico de oportunidades para el paisajismo.
Multiplicación
Para la multiplicación sexual de las plantas el primer paso es colectar frutos o semillas maduros, y, para ello, es necesario conocer la época de fructificación de cada especie, que en el centro del país se da, principalmente, entre septiembre y mayo.
Lo colectado se guardará en sobres de papel o en bolsas de red, según se trate de frutos secos o carnosos, respectivamente. Las muestras deben estar identificadas y georreferenciadas.
El procesamiento de los frutos incluye el secado natural o artificial, la limpieza y extracción de las semillas o los carozos de los frutos. En todos los casos, debe tenerse en cuenta si se trata de frutos dehiscentes o indehiscentes, carnosos o secos, pues recibirán distintos tratamientos, según corresponda.
Se aconseja la eliminación de semillas mal formadas o atacadas por insectos. El almacenamiento, conservación de las semillas viables, se realizará atendiendo al tipo de semillas: ortodoxas, intermedias o recalcitrantes. Las ortodoxas son las que admiten almacenamiento y conservación a largo plazo.
Cada especie requiere condiciones de germinación particulares y, en muchos casos, tratamientos pregerminativos, tales como la estratificación, escarificación, imbibición y desinfección.
Las especies vegetales se distribuyen, de manera natural, en ecorregiones. Los árboles y arbustos del centro de la Argentina corresponden principalmente a la ecorregión Espinal y Delta e Islas del Paraná.
Entre los árboles típicos del Espinal, se destacan varios pertenecientes a la familia botánica de las Fabáceas o Leguminosas: algarrobo blanco y negro (Neltuma alba y Neltuma nigra), aromito (Vachellia caven), tusca (Vachellia aroma), ñandubay (Neltuma affinis). En estos casos, para extraer las semillas de los frutos (legumbres), pueden utilizarse alicates. Además, presentan semillas “duras”; es decir, requieren escarificación (por ejemplo, lijado) a fin de que se produzca la germinación.
Otros árboles de la ecorregión son el quebracho blanco (Aspidosperma quebracho-blanco), la sombra de toro (Jodina rhombifolia), la cina-cina (Parkinsonia aculeata) y el curupí (Sapium haematospermun). Los dos primeros, de follaje persistente; y los dos restantes, caducifolios y asociados a cursos de agua.
Entre los arbustos, se destacan el tala (Celtis pallida), la carne gorda (Maytenus vitis-idaea), el tala de burro (Lycium boheraviaefolium) y tala de indio (Holmbergia tweedii). Todos, con frutos carnosos que deben despulparse (eliminar las estructuras carnosas) para su conservación.
La mayoría de las especies mencionadas pueden sembrarse en otoño o primavera, aunque cada una tiene sus propios requerimientos de temperatura y fotoperíodo.
* Dra. Eliana Exner (docente de Botánica Sistemática Agronómica, Facultad de Ciencias Agragrias, Universidad Nacional del Litoral).